MÁRMOL

(El Vodevil, en coproducción con Iria Producciones y Serena Producciones)

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“Siempre se siente nostalgia por la vida que no se ha elegido”

Hay días en que uno echa la vista atrás y ve el camino que ha recorrido. Me pasa a mí que acabo de cumplir los treinta y seis, supongo que a partir de cierta edad es casi inevitable. Mirar atrás. Revisar las elecciones que se tomaron; también lo que ocurrió porque en realidad en aquella ocasión no llegamos a decidir nada. Todo eso nos conduce al hoy, al lugar en el que estamos. Y alrededor del camino recorrido aparecen los caminos que no tomamos, ahora fantasmales, y los sueños que dejamos ir. En esta revisión siempre se descubre alguna traición hacia uno mismo. Esa traición nos duele. Uno se pregunta si no está a tiempo, si no le queda una oportunidad, si… En un lado un sueño extraño, sublime, recurrente. En el otro la realidad de la vida que hemos construido, con sus momentos hermosos, con sus miserias cotidianas.

¿Qué es más destructivo para nosotros, traicionar nuestros deseos más profundos o romper las promesas de nuestra vida ya construida? ¿Estamos a tiempo de rectificar? ¿tiene sentido arriesgar lo que nos ha permitido llegar hasta aquí por algo que no sabemos si realmente existe? ¿Es posible alcanzar lo sublime? Ése es el viaje que hace Catherine en la función, arrastrando con ella a los otros tres personajes. Pero cada uno de ellos lo vive de una manera muy diferente.

TEXTO

Marina Carr

TRADUCCIÓN

Marta I. Moreno

Antonio C. Guijosa

ESCENOGRAFÍA

Mónica Teijeiro

ILUMINACIÓN

Daniel Checa

SONIDO

Mar Navarro G.

VESTUARIO

María Luisa Engel

AYUDANTE DE PRODUCCIÓN

Lucía Fernández

REPARTO

José Luis Alcobendas

Elena González

Susana Hernández

Pepe Viyuela

DIRECCIÓN

Antonio C. Guijosa

 

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«La pieza, estructurada en dúos, sigue una progresión imparable, como un agua que se desborda: las tres últimas escenas (Catherine y Ann, Ben y Catherine, Anne y Art) son cada vez más duras, rozando lo asfixiante. No hay que perdérsela.»

«Antonio C. Guijosa imprime a su dramaturgia escénica una fluidez y ritmo impecable, marcando las tensiones y las elipses temporales en el avance dramático.»

«Guijosa ha sabido mostrar de manera soberbia sobre el escenario el fabuloso pulso conceptual y filosófico que late en esta obra»

«Con exquisita sutileza en el cambio de tono y tempo, Castro Guijosa va congelando durante el primer acto la espontánea sonrisa del espectador al tiempo que despereza paulatinamente el pensamiento para que se revuelva inquieto hasta el desenlace.»